RESEÑA



 
 Imáginemos que la tierra habla.
Imáginemos que puede contar lo que siente, sus vivencias, sus historias, sus sueños. Mejor aún, imáginemos que la tierra cuenta quién es, pero no con palabras: lo cuenta sólo con los cuerpos, lo cuenta con la danza.


 
Algo muy cercano a eso atraviesa el corazón y la mente de quienes asisten a ARGENTINA Baila

Como emergido desde el fondo de los tiempos, la música nos ubica desde el comienzo en un viaje fantástico. Desde los ritmos más arraigados al espíritu de la tierra latinoamericana - la baguala, la vidala - la figura humana comienza a relatarnos una historia que no tiene palabras, o las tiene, pero ellas se han vuelto movimiento y se escriben en el cuerpo de los bailarines. Serán ellos quienes bajo el sonido de los Sikus y las Quenas indias, más la percusión de la Caja, esa suerte de "luna de pergamino" parafraseando a Federico Garcia Lorca, nos lleven de la mano hacia la tierra y sus secretos.

Como  a la vera de un río imaginario que nunca es igual a sí mismo, ARGENTINA Baila nos llevará a recorrer paisajes a través de la danza. Allí está el poncho, esa manta que abriga las penas de los más pobres, que contará una historia en mágico despliegue. Y las boleadoras nos hablarán de uan certera arma de caza de als Pampas argentinas, peor también de la destreza del gaucho en un diálogo eterno con la tierra. Y el zapateo ancestral, ene sa comunión hombre-caballo que resumen en pocos minutos, varios siglos de vida.

Todo es tierra en el concepto de los bailarines. Tierra como sinónimo de origen, de historia, de destino. El viento es un aliado que sonríe frente a la belleza de la danza. Los cuerpos buscan el ritmo, las manos y los pies buscan el ritmo. Y la tierra se da por aludida.

El diálogo ha comenzado hace mucho tiempo y hoy podemos ser testigos del milagro.

 
 
 
 
 


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